Natalia del Águila García, responsable de Las Delicias del Palación del Deán
Natalia del Águila García es licenciada en Ciencias Ambientales y trabajó como técnica de acción social durante más de 14 años, además de ser voluntaria en proyectos medioambientales y de desarrollo local en España, Nicaragua, El Salvador, Cuba y México. En 2019 decidió darle un giro a su carrera profesional, “para mejorar la conciliación familiar y poder ofrecerle a mi hijo Darío el contacto con el campo y con una alimentación saludable y sostenible”, explica.
Nació así el proyecto Las delicias del Palacio del Deán, una nueva aventura que le permitía redirigir su camino acorde a su perfil y su filosofía de vida, y con la que se convertía en emprendedora agroecológica y rural.
“Al decidir ser emprendedora rural, artesana alimentaria y agricultora sostenible, volví al campo familiar en Villamiel, en la Sierra de Gata (Extremadura), para aprovechar las frutas y hortalizas de la huerta. Al principio, fue para el uso familiar, luego amigas/os empezaron a probar y sus opiniones positivas fueron lo que me animaron a ir a vender esos productos a un mercado, donde la gente quedó encantada, y me decidí a darme de alta como autónoma”, recuerda.
“Somos una pequeña empresa familiar dedicada a fomentar una alimentación saludable natural y con productos extremeños autóctonos” —destaca Natalia—.
“Creamos, producimos y distribuimos mermeladas, conservas vegetales, zumos naturales, deshidratados, patés veganos, vinagre y chutneys, elaborados de forma artesanal con toda una variedad de frutas y hortalizas de nuestra propia huerta”.
Para Natalia, lo más gratificante es “trabajar en contacto directo con el campo y poder innovar y crear nuevos sabores, mezclando y combinando los productos saludables y de temporada de nuestra huerta. Tenemos algunas recetas fijas y otras sujetas a la disponibilidad de los productos de la huerta. Esto me permite diseñar recetas nuevas cada año, dependiendo de lo que ofrecen las huertas y frutales en cada temporada, y de la creatividad en las recetas, donde se entremezclan lo dulce y lo salado, lo tradicional y lo moderno. Por ello, desde que empezamos en 2019 hasta la fecha tengo más de 11 variedades de productos y sabores como pimiento verde, jengibre, tomate y hierbabuena, calabaza, zanahoria y jengibre, mandarina, manzana y canela, calabacín y jengibre, ciruela, mora o madroño, etc.”.
“Además, hay un producto muy especial, Las delicias de la Sierra de Gata, que bautizó mi hijo Darío en una lluvia de ideas y está dedicado a la Sierra de Gata: es un concentrado de verdura ya cocinado y triturado con cúrcuma y pimienta, que se puede comer en fresco o bien utilizar como base de los guisos y platos como si fuera un refrito que potencia el sabor del plato a cocinar”.
Los productos de Las delicias del Palacio del Deán se pueden adquirir a través de su página web y en mercados artesanales y ferias de sostenibilidad como el eco mercado de la Universidad Pablo de Olavide y mercados organizados por FADEMUR (Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales), Extremadura Alimenta, la Cooperativa Actyva y la Asociación Mosaico Agrosilvopastoral.
“Por el contrario” —añade Natalia—, lo más duro de dedicarme a cultivar con técnicas de agricultura sostenible y regenerativa y elaborar productos artesanales, de temporada, sin conservantes ni aditivos, es que la gente en España no valora estos productos finales y siempre se quejan de sus precios. Tenemos que explicarles todo el proceso, desde la siembra, que es un proceso artesanal, delicado, cuidado con cariño, amor y mucho respeto, hasta su transformación en los productos que luego ellos/as pueden comprar para consumir sin conservantes ni aditivos químicos”.
Además de tratarse de productos sanos y cuyo cultivo respeta el medio ambiente, el proyecto también tiene una dimensión social, tal y como nos cuenta su creadora: “En la navidad de 2019 quise hacer cestas de navidad y embalajes diferentes que tuvieran implícito el respecto al medio ambiente y la inclusión social. La primera caja la hice en casa con mi hijo Darío, vimos que quedaban chulísimas y me ofrecí como voluntaria para hacer un taller de reutilización y reducción de cajas de cartón con mujeres y hombres de capacidades diferentes en Aprodimax, Aspace Sevilla, Afa Tomares y la Fundación Nuestra Señor del Rocío de Triana en Castilleja de la Cuesta. De aquí nacieron los kits gourmet especiales Las delicias del Palacio del Deán, obras de arte pintadas por este grupo de mujeres y hombres donde plasman con pinturas en cajas de cartón reutilizadas todas sus emociones a través de este proyecto de economía circular verde inclusivo. Así nació la línea de negocio de ecopackaging social con residuos cero e inclusión. En la actualidad, buscamos empresas que quieran este tipo de embalaje para algún producto de edición limitada o que quiera hacer regalos diferentes a sus empleados/as”.
De cara a los próximos años, Natalia asegura que su meta es lograr vender toda su producción de la temporada vía web “y que mis productos puedan venderse en algún país de la Unión Europea, donde sí valoran estos productos y pagan por ello”.
“También me gustaría conseguir que las personas entiendan y se conciencien de la contribución que hacemos las artesanías alimentarias basadas en agricultura sostenible en nuestros territorios y en el país, evitando el cambio climático, dando seguridad alimentaria al territorio e impulsando un verdadero Desarrollo Sostenible, y que en consecuencia valoraran más nuestros productos”.
Por lo que se refiere a la presencia de las mujeres en el sector alimentario, para Natalia del Águila “es importante, pero por desgracia no en los puestos de decisiones. Las mujeres tenemos una presencia importantísima en el manejo, gestión de la tierra y su cuidado, de ahí salen los productos del sector alimentario, así que es importante que se tome en cuenta nuestra opinión para la gestión de tierras y sus cultivos.
El papel de las mujeres es clave como productoras y suministradoras de alimentos, su decisiva contribución a la seguridad alimentaria del hogar y para evitar el cambio climático por la forma de plantear el cuidado de la tierra”.
Para finalizar, la emprendedora reivindica que “en la artesanía alimentaria, la agricultura sostenible y otras artesanías de pequeña o media escala y presentes en el medio rural, nos obligan a realizar muchísimo papeleo burocrático que dificulta el trabajo diario y nos quita mucho tiempo del trabajo directo a la tierra, elaboración de productos, etc. Asimismo, es muy difícil acceder a financiación y subvenciones, ya que están dirigidas a la agroindustria y nuestros emprendimientos no lo son, sino que se trata de producciones artesanales. Por tanto, necesitamos que nos faciliten estos aspectos y que no nos comparen con las agroindustrias, ni en aplicación de la normativa, ni en el acceso a ayudas y subvenciones de la Unión Europea, porque de seguir así nunca las podremos solicitar”.