Estudios científicos existentes han demostrado que el mito de que el pan engorda es falso, por lo que no está justificado que se elimine de las dietas de adelgazamiento. Como cualquier alimento el pan contiene nutrientes, hidratos de carbono, vitaminas del grupo B, fibra y proteínas, que consiguen hacer indispensable este alimento en la dieta mediterránea. Cada 100 gramos de pan contienen 250 kcal, cantidad insignificante en la dieta de un adulto que ha de aportar entre 2.000 y 2.500 calorías según la edad y el sexo.

Durante el día el cuerpo necesita energía que proviene de los hidratos de carbono, ya que son los que ponen en marcha nuestro organismo e influyen en el buen funcionamiento del intestino. Así el  pan, supone la fuente de carbohidratos más extendida en la Dieta Mediterránea, una buena opción para añadirlo a nuestro consumo diario, incluida la cena.

En este sentido, no es científicamente correcto atribuir al pan más ”poder engordante” que a otros alimentos, ya que saliéndose de esta sencilla ecuación (deporte más dieta equilibrada) es fácil ganar peso. El reparto de los alimentos se debe hacer de una forma equilibrada y, teniendo en cuenta el gasto energético que queda por delante en función de la hora del día y de la actividad. Según los especialistas aconsejan tomar entre cinco y seis raciones de hidratos de carbono distribuidas a lo largo de todo el día.

La cocción y la acción de la levadura sobre la harina hacen que los carbohidratos naturalmente presentes (almidón), sean más digeribles y podamos aprovechar mejor el resto de sus nutrientes (vitaminas del grupo B).

En la actualidad hay una gran variedad de panes a disposición del consumidor. Por lo que se debe añadir, en la cena, una ración de pan integral para incorporar fibra y antioxidantes en nuestra alimentación.

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