^{Vicente Boluda Fos}

^{Presidente de la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE)}

Cualquier país, territorio o sociedad aspira a disfrutar de un adecuado nivel de bienestar, lo que requiere la existencia de empresas potentes, competitivas y creativas que permitan la generación de empleo de calidad y un sistema productivo dinámico y resiliente, garantizando con ello el mantenimiento de un sólido estado de bienestar.


Un factor que influye en que la empresa sea más o menos competitiva y dinámica es su coste de producción y de acceso a los mercados, que depende, entre otras cosas, de la existencia de una buena red de infraestructuras de transporte que le permita competir en igualdad de condiciones con las empresas de otros países. Si el coste del transporte es mayor para una empresa porque dispone de peores infraestructuras, su esfuerzo en una buena gestión, ahorrando costes para ser eficiente, o innovando, puede ser estéril. Además de que tal situación ahuyenta las inversiones externas e internas que vendrían a reforzar el tejido productivo del territorio o país, en detrimento de su dinamismo y fortaleza.


 

En este contexto, el Corredor Mediterráneo adquiere especial relevancia y protagonismo al permitir acercar los productos de las empresas del Arco Mediterráneo a un mercado cada vez más amplio, a un precio competitivo que redundaría en beneficio de toda España, ya que el Arco Mediterráneo Español concentra el 50% de la población, el 47% de las empresas y aporta el 45% del PIB y el 51% de las exportaciones de España.


Las ventajas son muchas, tanto para pasajeros como para mercancías. No solo para reducir los tiempos de nuestros viajes, sino también para impulsar nuestra economía, el turismo y el empleo. Según las previsiones de la Unión Europea, el transporte de mercancías aumentaría su tráfico en un 29% gracias a la conexión de nuestros puertos y aeropuertos con la red ferroviaria. Con ello, el volumen de exportaciones españolas se habría duplicado y nos estaríamos ahorrando mucho dinero gracias al transporte de nuestros productos en tren hacia Europa.


 

Y hablando de empresas y de competitividad, el sector agroalimentario es sin duda uno de los sectores que más necesita esta infraestructura. No solo por el menor coste que el Corredor aportaría, sino porque avanzar hacia una intermodalidad redundaría en la eficacia y competitividad de nuestra logística.


Con esta infraestructura, se está apostando por un transporte sostenible, respetuoso con el medio ambiente y energéticamente eficiente. El transporte por ferrocarril es más fiable y seguro, lo que permite hacer llegar a mercados más lejanos, en tiempo y forma, nuestros productos agroalimentarios que tanta demanda tienen en el centro y norte de Europa.


 

El Corredor aporta grandes ventajas no solo a la zona del Arco Mediterráneo, sino que también permite completar el sistema ferroviario radial imperante en España con el circular, lo que facilita los negocios, los viajes, impulsa el crecimiento económico y, por tanto, favorece la cohesión territorial de nuestro país y la creación en España de un nodo logístico de primer nivel y de referencia en Europa.


Pese a la enorme presión social que desde el movimiento #QuieroCorredor estamos realizando, creemos que debería avanzar más rápido, especialmente ahora que tendremos disponibles los fondos europeos Next Generation.


Si los gobiernos de España hubieran valorado sensatamente las ventajas del Corredor Mediterráneo, éste estaría plenamente ejecutado hace ya más de diez años y España hubiera crecido más, generado más empleo y reducido sus emisiones a la atmósfera, mejorando considerablemente las condiciones de vida y empleo y las perspectivas de futuro del país. Esperemos que el objetivo 2025 de contar con ancho internacional desde Algeciras a la frontera francesa sea una realidad.