^{Soledad de Juan Arechederra
Directora Gerente de la Fundación Antama}

Dicen que en el punto medio está la virtud. Y eso es lo que parece haber descubierto la Comisión Europea casi al final de la legislatura.

Las últimas declaraciones de la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, hacen pensar que, efectivamente, algo está cambiando en Bruselas de cara a la próxima legislatura. Ha planteado un mayor control de los grandes carnívoros europeos: el oso y lobo. Ha demandado más diálogo y menos polarización en la convivencia entre la protección del medioambiente y el futuro de la agricultura comunitaria. Y según publica el periódico inglés The Financial Times, la Comisión está estudiando desechar, o al menos flexibilizar, las estrictas normas de bienestar animal que se exigen a las granjas europeas, como la prohibición de criar animales en jaulas.

Y tampoco las Nuevas Tecnologías se escapan a esta “vuelta al sentido común” que parece haber iniciado la Comisión. Sin ir más lejos, el pasado 5 de julio de 2023, el Ejecutivo Comunitario publicó su propuesta regulatoria para determinadas Nuevas Técnicas de Edición Genética (NGTs, por sus siglas en inglés). Una propuesta, en la que la Comisión plantea una regulación específica para los productos vegetales resultantes de la mutagénesis dirigida y de la cisgénesis. Una normativa que será independiente de la actual legislación sobre organismos modificados genéticamente.

Es cierto que el camino hasta que esta propuesta sobre NGTs sea una realidad es todavía largo, ya que necesitará la aprobación del Parlamento Europeo y de los gobiernos de la Unión Europea. Pero no es menos cierto que, de llegar a formalizarse, esta regulación tendría un impacto significativamente positivo en la cadena agroalimentaria europea. Desde la investigación, hasta los agricultores y consumidores, pasando por las empresas obtentoras y mejoradoras, esta propuesta regulatoria permitirá el desarrollo de nuevas variedades vegetales que permitan hacer frente a los grandes desafíos alimentarios y medioambientales actuales.

Entre otras ventajas, estas variedades permitirán que el sector agrícola europeo siga a la cabeza a nivel mundial, desarrollando las innovaciones necesarias en semillas y plantas para alimentar, de manera sostenible, a una población creciente. Pero no quedarán ahí, porque también facilitarán que el sector agroalimentario gane en rentabilidad y competitividad, todo ello, dentro del marco de la política del PACTO VERDE de la Unión Europea.

Lo que es evidente es que, si en el actual escenario de cambio climático queremos producir más alimentos con menos recursos, es necesario introducir nuevas herramientas y hacer una nueva revolución agrícola que permita intensificar de forma sostenible la agricultura, adaptando los cultivos a los nuevos escenarios climáticos.

Por tanto, la propuesta de la Comisión para regular las NGTs parece haber comenzado su andadura con buen pie, contando con el apoyo mayoritario del sector agroalimentario y con el reciente compromiso de los diferentes ministros de agricultura de la Unión Europea, decididos a apoyar su desarrollo e implantación.

En definitiva, si consideramos que “nunca es tarde, si la dicha es buena” y aunque aún quede mucho camino por recorrer, estamos de enhorabuena. Estamos viviendo un momento histórico en el que la Comisión Europea ha empezado a facilitar el acceso a las herramientas necesarias para conseguir lo que hace unos años, incluso unos meses, parecía imposible: volver a subirse al tren de las nuevas tecnologías aplicadas a la producción de alimentos.