^{Elías Olmeda Albiar}

^{Presidente de la Asociación Profesional de Cultivadores de Champiñón y otros Hongos Comestibles de Castilla-La Mancha}

Hace unos días, a mediados de junio, representantes del Grupo Europeo de Productores de Hongos nos reunimos en Albacete para abordar diversos asuntos relacionados con la producción del champiñón.

Por parte de la delegación española, con representantes de Castilla-La Mancha y La Rioja, el principal problema expuesto fueron los efectos y consecuencias que la sequía está motivando en el sector del champiñón, pues la escasez de paja en muchas zonas de España debido a las escasas precipitaciones, con el consecuente incremento de su precio, está elevando los costes de producción.

Y es que la producción de champiñón depende de la paja para la elaboración de compost, por lo que esta subida de precios complica enormemente el mantenimiento de las producciones si no se imputa al consumidor final.

Y a esta situación hay que añadir otra: en nuestro país la paja se emplea además de como alimento de la cabaña ganadera y para la producción de champiñón, para la generación de biomasa con destino a energías renovables.

De prolongarse esta subida de los precios, al final la paja no va a llegar ni al ganadero ni a los productores de champiñón o lo va a hacer a precios inviables. Y es que este subproducto del cereal prácticamente ha duplicado su precio respecto al de hace un año, rondando ya los 200 euros/tonelada, a los que hay que añadir los costes del transporte.

Este problema afecta también a otros países europeos, donde los productores de champiñón están cesando su actividad por los costes de la paja.

Y el problema es complejo debido a varios factores, además de la sequía, la guerra en Ucrania o los precios de combustibles y energía (principalmente gas), que están motivando que se destinen más subproductos como la paja a la generación de energías renovables.

A esto hay que añadir que los países de Oriente Medio han incrementado la compra de paja para alimentar a su cabaña ganadera, motivados por los métodos actuales de transporte de paja, mucho más sencillos que hace unos años, al prensarla.

Y, por otra parte, el incremento de los costes de producción debido al aumento del precio de todas las energías también está afectando al cultivo del champiñón a todos los niveles, tanto en las empresas y cooperativas como a los propios productores.

Si no se soluciona esta situación vamos hacia un desabastecimiento importante de paja, con el consiguiente problema para ganaderos y productores que emplean compost como en el sector del champiñón.

Por ello, las diversas administraciones deben abordar con urgencia una situación que ya empieza a ser conocida como la ‘guerra de la paja’ y que, además de a miles de ganaderos, se puede llevar por delante a la industria del champiñón, un producto de gran relevancia para la economía y la creación de empleo y riqueza en zonas de toda España y de Castilla-La Mancha, como la comarca de La Manchuela, donde este hongo es un referente en torno al que se generan muchos puestos de trabajo, directos e indirectos, contribuyendo a combatir el problema de la despoblación.