Entrevista a Primitivo Fernández, Director de ANIERAC (Asociación Nacional de Industriales Envasadores y Refinadores de Aceites Comestibles)
Y Rafael Picó, Director de ASOLIVA (Asociación Española de la Industria y el Comercio Exportador del Aceite de Oliva)
Revista Alimentaria.- Comenzamos conociendo más sobre ANIERAC y sobre ASOLIVA. ¿Cuáles son los objetivos de ambas asociaciones y con cuántos socios cuentan?
Primitivo Fernández.- ANIERAC es la Asociación que reúne a las industrias que envasan aceites vegetales comestibles en España. Como es obvio, en nuestro país la principal categoría son los aceites de oliva, pero también las empresas miembros de ANIERAC envasan aceite de girasol y otros aceites de semillas. La Asociación lleva en funcionamiento casi 70 años, con la estructura actual, y agrupa a una parte importante del mercado nacional de envasado. En el caso de los aceites de oliva estamos en torno al 70 % del volumen de aceites envasados que se ponen a disposición del consumidor. En el caso del girasol, esta cifra es aún mayor: es un producto mucho más industrial, donde la producción tiene menos presencia y, por razones obvias, ahí nuestra articipación es mucho más elevada.
En total, ahora mismo somos 60 empresas envasadoras, que representamos una notable cuota de mercado.
Rafael Picó.- En nuestro caso, somos la Asociación de Exportadores de Aceite de Oliva y solo tenemos competencia con los aceites de oliva y aceites de orujo de oliva. Los primeros datos de inicio de actividad de esta Asociación son de 1920, por lo que contamos con un poco más de un siglo de vida. Tenemos 50 empresas asociadas y nuestra representatividad en la exportación española es del 90 % en el caso de los aceites envasados, donde son las empresas asociadas las que exportan, y del 50% (dependiendo de las campañas) en el caso de los aceites a granel, que es un mercado en el cual los importadores pueden venir directamente a comprar a España. Exportamos a todos los países de la Unión Europea y a todos los terceros países.
R. A.- En cuanto a la producción, ¿cuáles son los últimos datos disponibles? ¿Cómo ha afectado la climatología a la cosecha de este año?
P. F.- El dato de producción es conocido, el propio Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación da las cifras. Este año tenemos una cosecha que no llega a ser la mitad de la que tuvimos la campaña pasada, muy por debajo de la media de los últimos cinco años, porque hemos sufrido unas incidencias climáticas notables, no solo la sequía, que es el factor fundamental, sino que en el desarrollo normal del cultivo hay una serie de puntos críticos que se han visto afectados. Uno de ellos es la floración, y en la época de floración en buena parte de las zonas productoras tuvimos unas temperaturas elevadísimas. Estos dos factores son los que han influido, uno más que el otro, en la cosecha tan corta que hemos tenido.
R. P.- Ahora tenemos que ver la evolución de las lluvias iniciadas en torno al 20 de mayo, para saber la incidencia que van a tener de cara ya a la producción de la próxima campaña, aunque todavía es muy pronto para valorarlo. Es verdad que estamos en un momento de la cosecha muy bueno, que es cuando la flor pasa al fruto, y si los olivos tienen agua ahora será muy positivo porque habrá frutos y habrá aceite de oliva. Pero eso será ya para la próxima campaña; en esta, el aceite que hay es el que hay, estamos hablando hasta el final de la campaña, en septiembre o principios de octubre. Es una situación muy compleja.
P. F.- Los olivareros están muy preocupados. Del 10 al 13 de mayo estábamos en Jaén, en la feria Expoliva, y, en aquel momento, cuando todavía no se hablaba de las previsiones de lluvias que hemos tenido unos días después, la preocupación era generalizada. El temor era: ¿Podemos enlazar dos malas cosechas?
A día de hoy, tenemos una pequeña esperanza, que se mantengan las lluvias. En verano no es probable, pero puede ser en septiembre y octubre, meses en los que es habitual que llueva. Si logramos en torno a 30-40 litros en algunas zonas, favorecería el cuajado del fruto, y luego las lluvias en septiembre y octubre también serían muy buenas para el crecimiento y desarrollo normal del fruto. Un refrán muy popular en Andalucía dice que “Aceituna, una por San Juan, ciento por Navidad”. Si por San Juan logramos tener fruto en el árbol, luego podemos mejorarlo.
R. A.- Sobre las subidas de los costes de los insumos, ¿qué medidas reclama el sector para que no se agrave la situación de los productores?
P. F.- Sin ninguna duda hay que comenzar por la subida de los costes de los olivareros, pero también las subidas de costes que estamos soportando la industria.
Hay costes que son comunes: energía eléctrica, combustibles…, para los que es necesario que se frenen las subidas y que se consiga una estabilidad que últimamente no hemos tenido. Quizá los agricultores también hablen de fertilizantes y fitosanitarios con una propuesta de solución similar. Nosotros además estamos preocupados por el coste de los envases, el plástico, el vidrio, el material de las latas, los tapones, las etiquetas, el cartón, todo ha subido y, además, nos enfrentamos a un aumento de las medidas regulatorias sobre aspectos medioambientales que, especialmente en lo que se refiere a los envases, van a suponer un aumento de nuestros costes. Y a todo esto también se une la decisión de nuestro Gobierno de aplicar un impuesto especial al plástico que no se va a aplicar en ningún otro país de la Unión Europea.
Por encima de todas estas cuestiones hay una preocupación general y de gran trascendencia sobre las consecuencias que pueda tener el cambio climático en el olivar, y aquí cabe aún una llamada de atención sobre las deficiencias de nuestra política de gestión de aguas.
R. A.- Respecto a la tecnificación del proceso de elaboración, ¿cuáles diría que son los principales hitos que ha logrado el sector?
P. F.- Sin ninguna duda en el primer escalón de la elaboración de los aceites de oliva, la tecnificación que han alcanzado las almazaras españolas ha permitido conseguir extraordinarias mejoras en la cantidad y la calidad de nuestros aceites, que es la base que nos permite al resto de los eslabones llegar con un producto excelente. Aquí también es necesario destacar que la industria envasadora española es equiparable a las mejores y más eficientes que se pueden encontrar en el mundo, lo que ha permitido que alcancemos el puesto de líderes en el mercado mundial de los aceites de oliva.
R. A.- Si nos centramos en los mercados exteriores, ¿qué papel tiene España como exportador de aceites de oliva?
R. P.- España produce el 50 % de la producción mundial y es el mayor exportador de aceite de oliva, con 1.150.000 toneladas. El segundo país es Italia, que se queda en solo 300.000-330.000 toneladas. Esta campaña, la menor producción de aceites de oliva conlleva que, hasta ahora, ha subido un 60 % el precio en origen y, por tanto, se ha convertido en un producto muy caro de vender.
Hay que considerar que la situación en el mercado internacional es distinta. En España (simplificando), o consumes aceite de oliva o aceite de girasol, pero en el mercado internacional el consumo de aceite de oliva en comparación con otros aceites y grasas es del 3 %. Existen otros aceites, como por ejemplo los de soja, girasol, canola, algodón, pepita de uva, etc. mucho más baratos que el aceite de oliva. Por tanto, cuando el precio se dispara, como ocurre en este momento, hay consumidores que son fieles y siguen consumiendo aceite de oliva, pero hay otros que se van hacia otros aceites vegetales, y esto es muy peligroso porque ganar consumidores es muy complicado pero perderlos es muy sencillo.
Aparte de esto, tenemos otro hándicap importante, que es la competencia que suponen los países productores del norte de África, a pesar de que no tienen una gran producción. Los importadores se pueden ir a comprar producto a Turquía, Marruecos, Túnez, Siria…, sobre todo en el mercado de graneles, que es distinto del mercado de marcas, en el cual hay una mayor fidelidad del consumidor hacia determinada marca, independientemente de que haya fluctuación en el precio.
En definitiva, para nosotros es preocupante tener un precio tan elevado porque puede llevar consigo un trasvase de consumo hacia otros aceites vegetales o hacia otros países productores de aceite de oliva.
R. A.- Teniendo en cuenta esta situación, debemos destacar que España cuenta con algunos de los aceites de oliva de mejor calidad del mundo, ¿no?
P. F.- Sin duda, contamos con aceites de una elevada calidad. Además, con la grandísima cosecha que tenemos, nos da para tener todas las calidades y cubrir todos los espectros. De este modo, contamos con aceites Premium con precios muy elevados, con aceites de gama media con precios asequibles y también tenemos aceites lampantes, para refinar. Respecto al tema del precio elevado que ha comentado Rafael, quiero destacar que los consumidores españoles tenemos una grandísima ventaja respecto al aceite de oliva. Es un mercado maduro, conocemos este aceite, sus cualidades nutricionales, sabemos el placer que es tomar aceite de oliva, que es fundamental, y además lo conseguimos con un precio mucho más barato que en el resto de países productores. Lógicamente, en los países que no son productores, los precios son más elevados. Comparados con el resto de países productores, en España pagamos el aceite de oliva a un precio muy asequible. En ocasiones, incluso los agricultores señalan que quizá demasiado barato.
R. A.- ¿Y en qué mercados está trabajando ASOLIVA para reforzar nuestra presencia?
R. P.- Hay mercados en los que el tema de la salud es muy importante, e indudablemente el aceite de oliva es el aceite más saludable, con estudios científicos que lo acreditan de forma sobrada.
Estados Unidos es uno de los mercados que más nos interesan, aunque es un mercado muy competitivo. También mencionaría Japón, donde se pagan buenas cantidades. Son mercados que requieren una calidad y una presentación muy buenas por parte de las marcas que venden en estos países, y además que su logística esté acreditada.
Hay que resaltar de nuevo que en España somos el primer productor de aceite de oliva, con una media de 1.500.000 toneladas, mientras que el segundo productor, que dependiendo del año oscila entre Túnez, Italia y Grecia, se queda en 300.000 toneladas. Por esto, en España se produce con muy buena calidad a un precio bajo, porque tenemos una economía de escala que los demás países no tienen. Las mayores fincas de aceite de oliva están en España, así como las mejores y más grandes almazaras, envasadoras, refinadoras… y los principales exportadores. Además, el mercado se ha internacionalizado tanto que para valorar a España no solo hay que valorar lo que hacemos desde España, sino que también hay que saber que los principales dueños de las marcas italianas son españoles, que estamos posicionados en todos los mercados, que también tenemos fábricas en otros países del norte de África, envasadoras en Estados Unidos… Con todo esto, estamos en una situación muy privilegiada a nivel internacional, después de muchos años de esfuerzo y de una mejora en toda la cadena. Con una mayor cantidad producida y con una mayor calidad, podemos acceder mejor a los mercados. Y es así como hemos pasado en 30 años de exportar 100.000 toneladas a 1.150.000 toneladas. Nada es porque sí y todo es fruto de un esfuerzo y una gran inversión que es lo que se ha hecho en España.
R. A.- Los avances tecnológicos ayudan a clasificar los aceites y a garantizar su origen y trazabilidad cada vez con más precisión. ¿Pueden sustituir o complementar a los sistemas tradicionales de paneles de cata?
P. F.- Es verdad que los avances tecnológicos están siendo determinantes, pero no hay que olvidar que la industria ha garantizado siempre la calidad de los aceites que llegan al consumidor.
La discusión en torno a la cata viene desde hace mucho tiempo y ha sido y sigue siendo un problema que debemos resolver. En primer lugar, debo recordar que sólo el aceite de oliva tiene como norma legal la valoración por un método organoléptico. No hay otro alimento sujeto a semejante determinación, que en nuestra opinión tiene notables aspectos subjetivos y, en consecuencia, una variabilidad en sus resultados.
Los avances en técnicas analíticas que puedan complementarlo, o incluso llegar a sustituirlo, aún no han dado una respuesta suficiente, por lo que estamos proponiendo procedimientos en el control oficial, distintos a los actuales, que garanticen la calidad de los aceites que llegan al consumidor y que también ofrezcan seguridad jurídica a los envasadores.
R. A.- Recientemente se ha producido polémica en torno a la aparición de productos que mezclaban aceite de oliva y de girasol. ¿Cuál es la postura de ANIERAC al respecto?
P. F.- Hay que partir del conocimiento de la legislación española y comunitaria. Los envasadores españoles no podemos envasar estas mezclas para nuestro mercado, pero la legislación europea permite comercializarlas en España si están envasadas en otro Estado miembro, lo que provoca una discriminación para los envasadores españoles.
Así, con estas consideraciones, hemos entendido que los productos a los que se refiere se han puesto en el mercado legalmente y en unas circunstancias excepcionalmente singulares. Ahora cabe la reflexión de si es posible alinear la legislación de la Unión Europea y la nacional y, en caso contrario, valorar la repercusión que pueden tener en el mercado nacional estas mezclas.
R. A.- El sector oleícola es un ejemplo de Economía Circular y aprovechamiento de subproductos. ¿Qué destacaría a este respecto?
P. F.- Sin ninguna duda, somos un ejemplo de Economía Circular, que comienza con un bosque de olivos que contribuye a la mejora de los problemas medioambientales que padecemos, para continuar con una actividad que aprovecha y valoriza todos los productos de un modo muy eficiente.
R. A.- ¿Cómo valoran que el sistema NutriScore haya modificado su clasificación del aceite de oliva para situarlo en la B?
P. F.- Hay que recordar que NutriScore tiene sus inicios en un estudio realizado por una universidad inglesa, que luego los franceses intentaron desarrollar mejor. Para ello, el Gobierno francés realizó un trabajo de campo en distintas zonas, con todos los alimentos, y aplicaron distintos modelos de etiquetado, además de NutriScore. De entre aquellos cinco o seis modelos que testaron, fueron los consumidores quienes prefirieron NutriScore.
Sin embargo, simplificar en un etiquetado frontal las cualidades de un alimento no es nada sencillo. En esa simplificación se produjeron errores, y uno de ellos es el que nos afectaba a nosotros, a los aceites de oliva y de orujo de oliva, y que nos perjudicaba de manera notable. Por el momento, creemos que ni el Gobierno español ni Bruselas tienen intención de imponer el modelo NutriScore, puesto que se ha visto que tiene defectos, se han intentado corregir y no todos se han solucionado. No sé si se publicará en este semestre de presidencia española del Consejo de la UE, pero está anunciado que la Comisión emitirá un informe sobre este tema en este año, que probablemente será inicial y habrá que seguir discutiendo a lo largo del tiempo. Hay que responder a la demanda de los consumi- dores, que señalan que el etiquetado nutricional actual resulta muy complejo para un consumidor medio y les ayudaría un etiquetado en el frontal del envase más intuitivo y genérico. Ahora bien, lo difícil es lograr que sea capaz de reunir todas las características de cada alimento y de responder a todos los intereses.
R. P.- En efecto, de forma extraoficial se comenta que es difícil que NutriScore se acabe implantando tal y como está concebido actualmente. Tampoco nos gustaría que hubiera un etiquetado frontal distinto en cada país porque se crearía una situación muy compleja. El proyecto NutriScore, tal cual estaba diseñado, nos perjudicaba muchísimo de cara al mercado internacional, porque la tarjeta de presentación del aceite de oliva al consumidor internacional es lo saludable que es su consumo. Si, como sucedía al principio, NutriScore ponía al aceite de oliva al mismo nivel que cualquier otro aceite vegetal, que además son más baratos, nos iba a hacer mucho daño, aparte de no ser cierto.
Italia se ha movido muy bien para impedir esto, a todos los niveles, político y científico, y me produce cierta envidia ver a un país defender a sus productos con uñas y dientes, con argumentos científicos. En España, por parte del sector hemos trabajado de forma conjunta, la industria, las cooperativas, las organizaciones agrarias... Hemos tenido algunos problemas de entendimiento con algún Ministerio de la Administración, pero ya se están solventado.
Consideramos que simplificar el etiquetado nutricional de cara al consumidor es necesario, pero es un reto, y lo que no puede es inducir a error al consumidor.
Al final, también debemos recordar que Francia ha utilizado NutriScore en defensa de sus propios productos, por lo que un asunto que es científico, acaba siendo también político.
P. F.- España tiene ahora una oportunidad con la presidencia del Consejo y es orientar los trabajos de la Comisión, que es quien al final va a presentar las propuestas. Sería interesante que NutriScore, o sistemas distintos a NutriScore, aporten una norma general, pero que tengan excepciones, por ejemplo para aquellos alimentos con denominaciones de origen o indicaciones geográficas.
Otro punto fundamental es la formación de los consumidores. En este sentido, hace dos o tres años aparecían en los medios titulares que afirmaban que “Nutriscore daba peor puntuación al aceite de oliva que a la Coca-Cola”. Esto era cierto, pero debemos explicarle al consumidor que el objetivo de este etiquetado no es comparar productos de categorías distintas. Un etiquetado nutricional frontal debe ir acompañado de una campaña informativa para los consumidores, para que sepan qué información les aporta.
Igualmente, desde los gobiernos deben seguir trabajando en acercar a los consumidores las pirámides nutricionales y las recomendaciones que deben seguir para tener una dieta saludable. Los consumidores deben estar informados de que su dieta debe contener aproximadamente un 30 % de grasas; que, de ellas, mejor las vegetales que las animales; de las vegetales, el aceite de oliva, y, dentro de él, el virgen extra.
R. A.- ¿Qué se hace desde el sector para concienciar a los consumidores extranjeros de la importancia de mantener el consumo de aceite de oliva?
R. P.- Realizamos campañas de promoción a través de la Interprofesional del Aceite de Oliva, y todas se basan en difundir los beneficios saludables del aceite de oliva y la calidad de los aceites de oliva de España. Por otro lado, considerando la importancia del turismo en España, se trata también de un marco muy adecuado para promocionar nuestros productos. Con la Interprofesional hemos trabajado mucho en las zonas de costa, con Paradores, etc. haciendo campañas de promoción y recomendaciones para que cuando ese turista regrese a su país no se le olvide que en España hay un aceite de oliva de calidad y que lo puede comprar en su país.
P. F.- En este sentido, debemos pedir que los establecimientos hagan el esfuerzo de tener aceites de calidad en sus mesas, y que sepan explicarlos. Si lo comparamos con el vino, es cierto que el aceite es un ingrediente y va a ir acompañado de pan, con una ensalada, etc., algo que no ocurre en el caso del vino. Tenemos una cultura del vino muy asentada y tenemos mucho margen de mejora en la del aceite, para lograr que cuando vayamos a un restaurante nos cuenten qué tipos de aceites tienen, de dónde proceden, las variedades…
R. P.- No obstante, creo que ha habido una evolución positiva en este sentido, nunca llegando ni de lejos a lo que es la cultura del vino, pero si vas a restaurantes medios ya ves que hay calidades de aceite y si lo pides te traen unas botellas de aceite de oliva a la mesa. En mi caso, ya he acostumbrado a mis amigos a que lo primero es pedir la carta y que te traigan aceite y pan.
P. F.- Somos miembros del Patrimonio Comunal Olivarero y tiene una tienda en Madrid que tiene unos mostradores espectaculares, donde tú coges la botella y puedes ver la información de cada aceite. Es un ejemplo de lo que empezamos a hacer, ojalá que este ejemplo se extienda mucho más.
R. P.- También había un restaurante hace unos años en Madrid, El Olivo, que tenía un carro con diversas marcas de aceites y el dueño te los presentaba. Lo he visto en otros restaurantes y es una iniciativa muy buena. Creo que es muy positivo para un restaurante, no solo tener buenos vinos, sino también buenos aceites.
R. A.- Para finalizar, ¿qué objetivos tiene ANIERAC para los próximos meses y de cara ya a 2024?
P. F.- Para lo que nos queda de campaña, las tensiones son evidentes, y solo podría aliviarlas que las lluvias lleguen con carácter general y permitan que tanto los secanos como los regadíos se den un respiro y tengamos una mejor expectativa de cosecha. De lo contrario, la situación se iría agravando.
Para 2024, esperamos que lleguen esas lluvias y que tengamos una cosecha al menos mediana. Y fíjate que los árboles venían muy descansados, porque esta cosecha corta que acabamos de terminar daba una cierta expectativa, a nada que el clima acompañara en lluvia y temperaturas, podíamos esperar una recuperación de los olivos, de la producción y del aceite producido. Esto de momento no ha ocurrido así, y por tanto vamos a estar muy condicionados por las condiciones climáticas. Además, como decía Rafael, en España somos el 50 % de la cosecha mundial, así que tenemos que ver qué ocurre con las producciones en Marruecos, Túnez, Italia…, porque todo eso es el conjunto de lo que tendremos luego en el mercado mundial.
R. P.- La sequía es de tal calibre que haría falta que lloviera mucho, no solamente para los olivos, sino porque los pantanos también necesitan muchas lluvias. Hay mucho olivo de riego de apoyo que se basa en el agua que hay en los pantanos, y si no hay agua en ellos, no van a tener riego de apoyo.
El año 2024 va a ser complicado porque dependemos mucho de las lluvias y de en qué situación estará la producción. Esta campaña tenemos una producción muy baja, pero hemos partido de un buen stock de enlace, es decir, el aceite no vendido que teníamos en los almacenes de las almazaras, cooperativas e industrias envasadoras. Teníamos un stock de enlace considerable, de 440.000 toneladas. Este año se va a consumir mucho de este stock, si no la totalidad, porque técnicamente no es posible. Vamos a depender mucho de las lluvias y de la próxima campaña. Si la producción es corta de nuevo, la situación no va a mejorar. Desgraciadamente es una situación complicada, porque las lluvias han comenzado a finales de mayo y tiene que venir un verano que se prevé muy caluroso. La única opción es que llueva mucho en junio y, como dice Primitivo, en septiembre.